Las
Cuevas, La Calderina, La Herrera o la tabla del guarda, el campamento…
Y
a estas alturas de elección de cotos, ya está AGOTADO
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
El coto de Villafeliz es un coto de montaña con una gran cantidad y calidad de truchas. El pescador que acude a pescarlo tiene asegurado el disfrute y la tensión de "la picada" constantemente en su caña. ¡Una gozada!
Villafeliz es el primer pueblo de Babia si nos dirigimos procedentes de la capital leonesa. Lo habitan unos 20 vecinos, más o menos, como en la mayoría de los pueblos de la zona, a excepción de Torrebarrio y San Emiliano, que tiene mayor población.
A
Villafeliz le llaman, cariñosamente, el pueblo de las dos mentiras. Según
dicen: “ni es villa, ni es feliz”. Tienen razón en lo primera, la segunda parte
es para discutirla, más en época estival con los muchos veraneantes que rebosan
alegría y felicidad constante. Cuando no es feliz es en el invierno, ya que la
tristeza se apodera de sus gentes. Esa tristeza se llama, soledad y mal tiempo
que se convierte principalmente en nieve que cubre todo el valle y las
montañas. Esa nieve se convierte en riqueza para los lugareños cuando llega la
primavera.
Villafeliz vive principalmente de su ganado y las tierras, siendo lugar de tránsito para muchos visitantes, principalmente asturianos y madrileños, que año tras año, llegan en los meses del verano a pasar unas vacaciones con aire puro en la montaña leonesa, la hermosura de sus paisajes y el extraordinario río truchero que es el Luna. Cuando vuelven y repiten es porque se encuentran cómodos y felices.
El valle de Babia es amplio y abierto. Tiene a cada lado montañas de rocas grisáceas, que se encaraman hacia el cielo. El río Luna nos acompaña en el viaje. Discurre por medio del valle. Unas veces camina lento, y otras el río se hace más vivo. El visitante, en esta zona, llega a embriagarse de un paraje sin igual. ¡Qué hermosa es la montaña leonesa!
ZONAS DE PESCA
El
acotado de Villafeliz comienza en Truébano, donde se unen el río Luna y el
Torrestío. Allí está Puente Orugo, donde se presencian unas bellas imágenes que
calan en la retina. El coto finaliza en el Puente de Abelgas, próximo a Sena de
Luna.
Desde
una punta a otra del coto, recorremos tramos de río sensacionales.
En la zona alta, al comienzo, se encuentra el puerto de "cemento", así se le conoce. Este puerto produce una tablada amplia, con aguas tranquilas, que tiene mucha trucha. Se encuentra junto a la gasolinera. Más abajo, justo enfrente del pueblo de Villafeliz, el "puerto del Molino", con características muy similares al anterior. Después el río Luna va acompañando a la carretera en dirección a Rabanal. Allí se encuentra una de las tabladas más conocidas por los pescadores, la tabla de "Las Cuevas", con abundante trucha y de buen peso. Este tramo, al estar pegado a la carretera, hace que se auto-vigile, siendo una zona difícil para los furtivos. A continuación otra tablada hermosa, "La Calderina" con la montaña pegada a la otra orilla. Es necesario pescarla desde el lado de la carretera. Llegando a Rabanal está la tabla de "La Herrera", actualmente más conocida por la "Tabla del guarda". Allí próxima está la casa del guarda Antonio, uno de los guardas que fue del coto. Otra de las zonas del río que se vigila por sí misma. Antes de llegar al puente de Abelgas, existe otra buena zona de pesca y, por medio, la tabla de "El campamento".
¿Hay o no hay zonas para pescar en Villafeliz?
La longitud del acotado es aproximadamente de ocho kilómetros, siendo la distancia desde León de 70 kilómetros.
A
una y otra orilla del río Luna existen estupendas choperas con hoja frondosa
que sirven de cobijo y sombra al pescador. Las praderías de alrededor son de un
verde intenso.
En
los pueblos próximos al acotado hay ricas huertas con productos para el consumo
particular de berzas, patatas, cebollas y lechugas, que tiran para arriba como
si “bullesen” del suelo con prisas. Aquí la tierra es muy rica.
como decían ellos, o mosquito ahogado y leonesa que se dice ahora. Maelín, Ismael José Rodríguez, es de la zona y conocía y conoce el coto como pocos. Aún recuerdo los primeros años que lo pesqué cuando aún, en el pueblo, había panadería. Allí comprábamos la barra de pan de leña, auténticamente de pueblo. Después, acudíamos a tomar el café con orujo a Casa Luis, donde Enrique nos atendía. Ismael, acudía a la cocina a saludar a la madre de éste. Era cuando el bar era bar y tenía un pequeño comedor a mano derecha, al entrar donde, en muchas ocasiones comíamos y nos encontrábamos con Chencho, Juan Florencio Pérez, mi compañero periodista y el Magistrado Juez, José Rodríguez Quirós, amigo de Ismael. Qué tiempos.
El coche, también se puede dejar en la zona superior del coto, después de la gasolinera e incluso en Puente Orugo.
Siempre
que puedo pescar el coto, lo suelo deja donde la c
uadra de Enrique o en la zona
de la ermita de Pruneda. Desde allí, cruzando la carretera, comenzamos a pescar
río Luna arriba, casi desde misma tabla de Rabanal hacia La Calderina. Desde
allí, a Villafeliz, a la altura de la cuadra de Enrique para después volver por
la carretera de nuevo al coche.
Nos
adelantamos un buen tramo, más de 200 metros para dejar esa zona libre al
pescador que subía de Rabanal.
Nos
pusimos a pescar y no dejamos de sacar buenas truchas. Cada lance era sinónimo
de trucha y buenos ejemplares. Curiosamente, la alegría duró poco más de tres
cuartos de hora. Observamos que el pescador de la tabla de Rabanal nos
adelantaba a José Luis y a mí. Nos saludamos y le dejamos tirar para arriba.
Después de un cuarto de hora de espera, continuamos pescando, aunque no era
igual.
Recuerdo
que fue una jornada inolvidable y aunque tarde otros cinco años en pescar el
coto, volveré a esa zona para pescar lo que más conozco. Disfrutamos de lo
lindo.
Una
jornada completa y emocionante. Villafeliz, espérame siempre.
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