LIBROS PUBLICADOS POR Eduardo García Carmona...

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martes, 19 de enero de 2021

LOS ANCARES, A CABALLO ENTRE GALICIA Y LEÓN…

 

RÍO ANCARES: privilegio del ayer, hoy y mañana...

 

CANDÍN, un coto para aventureros         

 

Texto y fotos Eduardo García Carmona

 


Los Ancares leoneses son un sueño del ayer que hoy, todavía, se puede palpar. Es un lugar de la geografía leonesa donde el tiempo parece que se ha parado para disfrute de muchos que no han conocido el ayer de estos lares, que parecen estar presentes, aún, hoy.

Hablar de los Ancares en León, es hablar de una zona donde la montaña está unida a la vida familiar. Es referirse a un sin vivir de los adelantos en el tiempo, es conocer el ayer que tan sólo es comparable con los Ancares lucenses. Unos sin otros no serían Ancares.

Otra cosa distinta es el río Ancares. Este es leonés hasta la médula. Los otros Ancares también tienen el suyo.

El río Ancares nace a casi 2.000 metros de altura, 1.960 concretamente. Lo hace al pie del pico Miravalles, cerca de Suarbol y Balouta y desaparece, como tal, cuando entrega sus aguas al río Cúa, diez kilómetros antes de llegar a Cacabelos.


A un lado y otro del curso de este río se enclavan diversas localidades. Ocho en total y cuya capitalidad es Candín, nombre que toma, también, el único tramo acotado del río. Pasado el Puerto de Lumera, el río Ancares se abre hacia San Martín de Moreda y Valle de Finolledo, dejando a un lado a Vega de Espinareda y Villar de Otero.



El paisaje de este valle es único, sus pueblos y sus gentes son de leyenda y entre sus bosques habita una fauna sin  igual. Desde las humildes lagartijas y lagartos, a las salamandras, sapos, desmanes y nutrias, que todavía las hay y en buen número. Lechuzas, mochuelos, alimoches, milanos o buitres. Perdices y becadas. Urogallos, jabalíes, lobos y osos... pero sobre todo, “la reina del río”, la singular pintona que puebla las aguas de este río, meciéndose entre sinfonías de colores, entre las piedras de pizarra y rocas del curso del Ancares, entre la paz, el silencio y la tranquilidad de esta zona, pueblan este río cristalino y puro.

Y como reflejo de la detención del tiempo se asoman las pallozas, esas construcciones típicas ancaresas, sorpresas para un paisaje mítico, pero real y donde sus techos son de paja, aunque ya los menos. Pallozas para todos los usos: vivienda, cuadra, pajar... Pallozas donde el olor al ganado se perdía con los buenos pucheros, las filloas, freixoes, las castañas asadas o el exquisito embutido casero basándose en carne de corzo y cerdo, la excelente cecina o los chorizos de cabra.

Hablar de pesca en la zona alta del río Ancares es hacer posible lo que parece imposible. El pescador deberá ser muy mañoso con la caña corta, la cucharilla o el cebo. El curso es escaso, en época estival, pero abundante y bullicioso en invierno y primavera, donde los deshielos de las cumbres próximas hacen, prácticamente,  imposible el arte de la pesca como lo conocemos hoy. Otro cantar son los lugareños.

Sólo a partir de Tejedo de Ancares, algo,  y hasta llegar a Pereda de Ancares, se puede pescar con mejor suerte. La situación cambia. El río es más agradecido para el aficionado y las oportunidades de lace se hacen posibles. Otra cosa es conseguir una trucha de 21 centímetros, como dictan las normas.

Después, llegamos a Candín, con salidas a Suertes y Espinareda.

 

CANDÍN UN COTO PARA AVENTUREROS

Ir a pescar al coto de Candín, es llegar al “cielo”. La belleza natural que rodea al aficionado, que haya elegido este tramo para practicar el lance, es de auténtica “película”. Candín es un coto especial para gente sin complejos, amante del


riesgo y la aventura. Esos aficionados se encontrarán en la “gloria”. Además de gozar del entorno, seguro también, sabrán disfrutar de una jornada de pesca aventurera, por lo difícil que resulta poder pescar. Existen algunas zonas cerradas donde parece, talmente, que la mano humana todavía no ha tocado. Las truchas se encuentran cómodas y poco molestadas. Es fácil conseguir estar en  tensión todo el día, a poco que acompañe el tiempo y el agua. Las truchas toman el señuelo con alegría y ganas. Esto hace que el pescador consiga muchos ejemplares, aunque pocos de la medida. No tiene mayor importancia, al fin y al cabo, el buen aficionado acude a este coto a gozar pescando, no llevando.

Significarles que he pescado con unas efémeras, con cerco gris claro, con cuerpo anaranjado y otras con cuerpo salmón claro, que me han dado un excelente resultado. He usado, también, emergentes del mismo tipo, aunque la que mejor resultado me dio fue una de color negro, con pluma gris, casi blanquecina, en el abdomen y cercos gris clarito.

 ACCESOS Y LÍMITES DEL COTO

No es fácil la carretera para llegar a pescar en el río Ancares y en este tramo acotado.

El coto tiene una longitud de 6 kilómetros (5,780 Kms.) y está comprendido entre dos ríos: Cuiña y de la Vega, que forman el Ancares a la altura de la localidad de Candín; y dos puentes: el Puente de Pereda de Ancares (límite superior), y el de Villarbón (límite inferior), por medio, una central eléctrica.

La distancia, desde León capital, llega a los 160 kilómetros, por eso es un tramo donde la afluencia mayor de pescadores llega de la zona del Bierzo, más próxima.

La principal vía de acceso es León, Astorga, Ponferrada, Vega de Espinareda, Candín, Pereda de Ancares. Desde Astorga a Ponferrada, existe autovía,  pero desde aquí hasta Vega de Espinareda la carretera se complica, pero merece la pena.

 

ZONAS DE PESCA      

Se trata de un río de muy poca anchura, no llega a los 8 metros, con abundante vegetación en sus orillas, que dificulta especialmente el lance largo. Sólo se puede pescar con lances cortos y a cucharilla o mosquito ahogado pero con tres moscas máximo, con caña corta.

El curso del río está formado por abundante roca, tipo pizarra, que hacen que el agua aporte pocos minerales a las truchas, lo que hace retrasar su crecimiento. Una trucha, en el Ancares, para llegar a ser adulta y dar la talla exigida por la Administración, ha de tener 4 años. Esto hace que las truchas de este coto, aunque pequeñas, tiran muy fuerte.

Las aguas son cristalinas y muy frías, incluso en verano. Bajan rápidas desde la montaña de Miravalles y el puerto de Ancares, formando el río Cuiña y el arroyo de La Vega, que después dan vida al río Ancares. Prácticamente no existe contaminación en la zona. Todo esto hace posible que más que un tramo acotado, Candín sea una auténtica piscifactoría natural.

Indicar alguna zona idónea para pescar en este coto es aventurarse demasiado. El pescador que elija Candín, debe tener muy en cuenta lo que elige. Una vez allí sólo hay que tener ganas de pescar y gozar, pero con todas las trabas de la naturaleza. Cada uno puede sortear las dificultades como pueda.


La única recomendación posible es pescar el tramo final del acotado, antes de llegar al puente de Villarbón, aguas abajo de la central eléctrica, o el tramo que está por encima de esta. Aquí se encuentran las mejores tablas.

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