Texto y fotos Eduardo
García Carmona
Los Ancares leoneses son un sueño del ayer que hoy, todavía, se puede palpar. Es un lugar de la geografía leonesa donde el tiempo parece que se ha parado para disfrute de muchos que no han conocido el ayer de estos lares, que parecen estar presentes, aún, hoy.
Hablar de los
Ancares en León, es hablar de una zona donde la montaña está unida a la vida
familiar. Es referirse a un sin vivir de los adelantos en el tiempo, es conocer
el ayer que tan sólo es comparable con los Ancares lucenses. Unos sin otros no
serían Ancares.
Otra cosa
distinta es el río Ancares. Este es leonés hasta la médula. Los otros Ancares
también tienen el suyo.
A un lado y otro del curso de este río se enclavan diversas localidades. Ocho en total y cuya capitalidad es Candín, nombre que toma, también, el único tramo acotado del río. Pasado el Puerto de Lumera, el río Ancares se abre hacia San Martín de Moreda y Valle de Finolledo, dejando a un lado a Vega de Espinareda y Villar de Otero.
El paisaje de este valle es único, sus pueblos y sus gentes son de leyenda y entre sus bosques habita una fauna sin igual. Desde las humildes lagartijas y lagartos, a las salamandras, sapos, desmanes y nutrias, que todavía las hay y en buen número. Lechuzas, mochuelos, alimoches, milanos o buitres. Perdices y becadas. Urogallos, jabalíes, lobos y osos... pero sobre todo, “la reina del río”, la singular pintona que puebla las aguas de este río, meciéndose entre sinfonías de colores, entre las piedras de pizarra y rocas del curso del Ancares, entre la paz, el silencio y la tranquilidad de esta zona, pueblan este río cristalino y puro.
Y
como reflejo de la detención del tiempo se asoman las pallozas, esas
construcciones típicas ancaresas, sorpresas para un paisaje mítico, pero real y
donde sus techos son de paja, aunque ya los menos. Pallozas para todos los
usos: vivienda, cuadra, pajar... Pallozas donde el olor al ganado se perdía con
los buenos pucheros, las filloas, freixoes, las castañas asadas o el exquisito
embutido casero basándose en carne de corzo y cerdo, la excelente cecina o los
chorizos de cabra.
Sólo
a partir de Tejedo de Ancares, algo, y
hasta llegar a Pereda de Ancares, se puede pescar con mejor suerte. La
situación cambia. El río es más agradecido para el aficionado y las oportunidades
de lace se hacen posibles. Otra cosa es conseguir una trucha de
Después,
llegamos a Candín, con salidas a Suertes y Espinareda.
Ir a pescar al coto de Candín, es llegar al “cielo”. La belleza natural que rodea al aficionado, que haya elegido este tramo para practicar el lance, es de auténtica “película”. Candín es un coto especial para gente sin complejos, amante del
riesgo y la aventura. Esos aficionados se encontrarán en la “gloria”. Además de gozar del entorno, seguro también, sabrán disfrutar de una jornada de pesca aventurera, por lo difícil que resulta poder pescar. Existen algunas zonas cerradas donde parece, talmente, que la mano humana todavía no ha tocado. Las truchas se encuentran cómodas y poco molestadas. Es fácil conseguir estar en tensión todo el día, a poco que acompañe el tiempo y el agua. Las truchas toman el señuelo con alegría y ganas. Esto hace que el pescador consiga muchos ejemplares, aunque pocos de la medida. No tiene mayor importancia, al fin y al cabo, el buen aficionado acude a este coto a gozar pescando, no llevando.
No
es fácil la carretera para llegar a pescar en el río Ancares y en este tramo
acotado.
La
distancia, desde León capital, llega a los 160 kilómetros, por eso es un tramo
donde la afluencia mayor de pescadores llega de la zona del Bierzo, más
próxima.
La
principal vía de acceso es León, Astorga, Ponferrada, Vega de Espinareda,
Candín, Pereda de Ancares. Desde Astorga a Ponferrada, existe autovía, pero desde aquí hasta Vega de Espinareda la
carretera se complica, pero merece la pena.
Se
trata de un río de muy poca anchura, no llega a los
El
curso del río está formado por abundante roca, tipo pizarra, que hacen que el
agua aporte pocos minerales a las truchas, lo que hace retrasar su crecimiento.
Una trucha, en el Ancares, para llegar a ser adulta y dar la talla exigida por
Indicar
alguna zona idónea para pescar en este coto es aventurarse demasiado. El
pescador que elija Candín, debe tener muy en cuenta lo que elige. Una vez allí
sólo hay que tener ganas de pescar y gozar, pero con todas las trabas de la
naturaleza. Cada uno puede sortear las dificultades como pueda.
La única recomendación posible es pescar el tramo final del acotado, antes de llegar al puente de Villarbón, aguas abajo de la central eléctrica, o el tramo que está por encima de esta. Aquí se encuentran las mejores tablas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario