Donde
el río Luna se despide de montañas y llega al llano para convertirse en Órbigo
Muchas
pequeñas junto a un “truchón”
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
Hacía
tiempo que no volvía a pescar a éste escenario de pesca en el río Luna (León) y
el coto de Rioseco con una climatología excelente para la pesca y el río en
buenas condiciones de pesca no defraudó demasiado a dos aficionados que nos
acercamos a pescar el coto, Benito Lozano y quien esto escribe.
La
suerte fue dispar. Mientras Benito pescaba a ninfa, me dediqué a observar el
río y verle a él en acción. A ninfa no hizo nada, dos “enanas para criar”.
A
eso de las 12,30 comencé a pescar a mosquito ahogado o pesca a la leonesa: de
saltona, “la charli”; un lila con brinca avellana; oro viejo; "la carmonina" y un
butano flor escoba de rastro. Me llevé tres a la mano: dos al lila y una al oro
viejo pero la que más medía unos 20 cms.
Mi
mosca no funcionaba y el rastro tampoco. Cambié "la carmonina" por la negreta, y
el butano por la sarnosa hembra. Otras cinco más que conseguí entre el negro el
lila y el oro viejo. La negreta me dio dos
bastante buenas, sobre los 22 centímetros. Tampoco funcionaba la sarnosa y la
quité.
Caía
mucha saltona común pero como no se veía que la tomaban en superficie, continué
con lo que llevaba en la cuerda. Dos buenos “sustos” me hicieron estar en
guardia y las dos a “la charli” y muy buenas pero con los anzuelos sin muerte
es lo que hay, se quedaron para criar que era mi intención porque repito,
AUNQUE EL COTO ES CON MUERTE, yo pesco y las devuelvo.
Cuando
estábamos de retirada y mi compañero no había hecho nada, salvo algún tirón, me
dio por lanzar a una tabla en la que había visto una cebada. Primero que tocó
una y, a continuación, enganché un “pepino” que a la postre dio cerca de 50
centímetros y no entraba en la sacadera de Benito que, me ayudó a sacarla del
agua tras dura pelea y dos intentos de introducirla en la misma, casi se va a criar. Después pude
comprobar que la negreta era la mosca que tenía en la boca y el anzuelo estaba
algo abierto. Poco más y la pierdo.
El
abuelo Benito, es el abuelo y tenía ganas de llevarla para casa. No le quité el
capricho y que a sus 83 años la deguste con ganas. Fue por ti Benito y buen
provecho.
UN
BUEN TRAMO
Desde
Selga de Ordás hasta Rioseco de Tapia el río Luna muestra su grandeza
sobrevenida por las aguas de muchos arroyos y arroyuelos que desde Babia van
conformando un gran río que pocos metros después de Santibañez de Ordás se une
al río Omaña para formar uno de los ríos trucheros más afamados de España, el
Órbigo, el río de los mosqueros.
No
hace tantos años entrar en el tramo final del río Luna, era entrar a pescar en
un río que tiene una singularidad muy especial. Dos embalses hacen que se
transforme en algo totalmente distinto. No es río de montaña, ni de llano, por
estos lares. Sus aguas, no demasiado caudalosas en invierno, tienen luz propia,
reflejándose el verdor de los muchos prados que atraviesa, los arbustos de la
montaña baja o las choperas que le acompañan en la orilla. El poco caudal deja
ver al pescador las piedras de su lecho y el verdor de las ocas, si el caudal
es corto debido a los desembalses.
Las
truchas de Rioseco tienen la peculiaridad de que son de buen tamaño y muy
vistosas. Sus pintas muestran la belleza natural de nuestra singular trucha
común.
El
curso del río, en este tramo, se rompe en mil pedazos, creando infinidad de
brazos e islas. Cuando sus aguas se vuelven a unir, el río baja más poderoso,
pero es precisamente en los brazos formados, donde el pescador se recrea
pescando con habilidad y tiento, como si en un río de montaña estuviese.
La
trucha tiene grandes defensas entre las piedras del fondo, los raizones, ocas y
cuevas existentes en el curso. Así siempre la trucha de Rioseco tuvo esa
cualidad de ser fuerte, bella y admirada por el pescador. Esa trucha todavía
existe en Rioseco aunque son escasos
aquellos hermosos ejemplares que se pescaban hace unos años y que sobrepasaban,
en ocasiones, el kilo de peso.
LA
ENFERMEDAD Y SU
REGENERACIÓN
Casi
sin darse cuenta nadie llegó la enfermedad de la Saprolegnia (entre
finales de los 80 y 90 del siglo pasado) y echó por tierra las esperanzas de
muchos pescadores. La virulencia de la enfermedad fue tal, que pocos podrían
pensar que después de unos años, el coto se podía recuperar como lo hizo.
Rioseco
tardó varios años en recuperarse de la mucha presión pesquera y del furtivismo.
Existían muchas “mafias” para vender las truchas en bares y restaurantes,
especialmente de Madrid.
En
la actualidad, hay que vigilar más los vertidos ya que las aguas residuales de
los pueblos, sin depuradoras funcionando mayormente, van a parar donde siempre, así como las aguas utilizadas para
el riego las cuales, una vez cumplida su misión, vuelven al cauce normal del
río, con abundancia de insecticidas, herbicidas, abonos, etc.
Cuando
las ocas comienzan a florecer se cubre el cauce de un manto blanco y amarillo,
que hace casi imposible la pesca, pero que sirve de refugio y comederos para
las pintonas con canalillos ideales para los mosqueros.
Rioseco
ha vuelto a ser un coto de categoría, pese a los altibajos que sufre
constantemente y es uno de los cotos favoritos de los mosqueros de todo el uno.
En sus aguas no es difícil encontrarse a pescadores extranjeros especialmente
franceses.
MEJORES ZONAS DE
PESCA Y MOSCAS RECOMENDADAS
La
parte superior del acotado, aguas por debajo de embalse de Selgas, tiene unas
tablas hermosas donde practicar el lance para, una vez llegados al puente de
Tapia de la Ribera
a Selga de Ordás, encontrar un lugar paradisíaco, muy cerrado por la vegetación
de orilla y que nos deparará muchas sorpresas agradables. Es difícil de caminar
pero, muy bueno para la pesca. El río, a continuación, se abre presentando
tablas hermosas para el lance, con total comodidad. Es más, se puede cruzar a
la otra orilla, gracias a una rasera muy ancha que lo permite. Después, las
tablas se suceden. Unas veces son de aguas rápidas, otras se acomodan y se
duermen, pero todas ellas poseen abundante vegetación acuícola.
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Después
de unos 800 metros,
llegamos a una de las mejores zonas del acotado. El río se topa con una inmensa
pradería que sirve de cobijo para los pescadores y sus familias. Es la zona donde
más coches nos encontraremos, especialmente en verano, y se encuentra un poco
por debajo de Tapia de la Ribera. Frente
a la pradera el río ofrece una hermosa tabla, después una buena rasera en caída
hacia otra tabla, otra rasera y así hasta llegar a una curva donde el Luna
choca con una gran roca y forma un pozo precioso donde las sorpresas pueden ser
abundantes.
El
río se vuelve a cerrar a causa de la vegetación de orilla, pero no por ello dejaremos
de pescar con garantías. Tabla tras tabla, rincón tras rincón, rasera tras
rasera, hasta que llegamos a Rioseco de Tapia, otra buena zona de pesca, o al
menos de las más visitadas. Las mejores oportunidades de pesca están frente al
pueblo. Otros eligen la zona más baja del coto, hasta llegar al puente de
Santibáñez de Ordás.
Todo
el acotado es bueno, sólo hay que tener suerte con el día, el caudal y que las
pintonas quieran entrar pero, el paraje es ideal.
El
límite superior está en la misma
cabecera del embalse de Selgas, siendo el límite inferior el Puente de
Santibánez a Santa María de Ordás. La longitud del coto de Rioseco es
aproximadamente de 4,5
kilómetros. Siendo la distancia desde León de unos 40 kilómetros.
Las
vías de comunicación son muy buenas. Desde León capital, se pueden acercar los
pescadores por dos caminos. Por un lado, la carretera de Caboalles hasta
Camposagrado, para allí coger la desviación para atravesar el pinar y bajar “el
18” hasta Rioseco de Tapia. Por el otro, si quieren ahorrar unos kilómetros,
también se puede ir por la carretera de San Andrés del Rabanedo hasta
Villanueva de Carrizo y de allí hasta Rioseco de Tapia.
Las
moscas recomendadas para pescar en este tramo acotado, dependiendo de la época
del año, suelen ser tricópetros de diferentes modelos. Particularmente, siempre
comienzo con uno negro en verano o con uno “oreja de liebre”. Las moscas
carninas y salmones dan muy buen juego así como las ninfas o perdigones de todo
tipo, especialmente la culiroja o la gasolina.
En
mosca a la leonesa, dependiendo de la época a pescar, se pueden utilizar
cuerdas con el sangre de toro, paja vieja, tabaco rojizo, verde aceituna y el
pardón, a comienzo de temporada y pasar a tonalidades más claras de moscas
según transcurra la temporada de primavera a verano: hormigas de ala blanca, la
negreta, salmón claro, garbanzo, amarillo, verdín, sin olvidar las saltonas.