...RÍO PONJOS O VALDESAMARIO.
UN TRAMO LIBRE SIN MUERTE PARA GOZAR CON LAS PEQUEÑAS PINTONAS.
En plena naturaleza hacia la zona minera de Tremor y después de pasar La Garandilla.------------------------------------------
Texto y fotos: Eduardo García Carmona
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Este río, es uno de los pocos con doble nombre. Se debe a que pasa por la localidad de Ponjos y que pertenece al municipio de Valdesamario que está ubicado a lo largo del río, desde las proximidades de la cuenca minera de Tremor, hasta la de Omaña. De ahí que se le conozca por ambos nombres.

Es, más que río, un humilde arroyo de agua fresca y cristalina durante varios kilómetros. Al llegar a Murias de Ponjos comienza a ganar caudal, aunque no demasiado. Un humilde embalse recoge todas sus aguas, dejando pasar un escaso caudal, río abajo y desviando las aguas a otra comarca. Pese a ello, sus aguas son juguetonas y cantarinas, atravesando un valle de verdes pastos, con escasa agricultura. Con la estrechez del valle, en algunas zonas, se aprecian las antiguas explotaciones mineras que, en su época, hicieron posibl

e el asentamiento de población, hoy en día cada vez menos numerosas, debido al declive económico padecido por toda la zona.
Con los aportes de caudal recibidos, por uno y otro margen, que bajan de las montaña del Bierzo y Omaña, el Ponjos o Valdesamario comienza a cobrar vida, sin dejar de ser pobre, con anchuras que no sobrepasan, salvo raras excepciones, los cinco metros, en las zonas más bajas, antes de entregar su vida al río Omaña.
Y
a no se ven, junto a las praderías que le acompañan en su discurrir, aquellas hermosas vacadas. Hasta el ganado ha desaparecido, prácticamente. Pese a ello, los lugareños y ribereños de este río, continúan labrando una tierra de mediana calidad, aunque siempre tuvieron fama de ser buenas productoras, especialmente de patatas y cereales. Así nos lo ha apuntado, en el puente de Valdesamario, Misolino, conocido en la zona como “Solo”.
“Solo”, tiene 74 años y trabajó 19 años en las minas de carbón, para él las verdaderas causantes del mal que padece la comarca y de que se haya perdido una riqueza natural como la que tenía la zona. Nos recuerda, que el pueblo era una maravilla, entonces. Tenía cerca de 100 vecinos, de los cuales casi la mitad eran niños y niñas. La mayoría de las casas eran con el techo de paja, construcción típica en esta zona leonesa, así como en las pallozas del Bierzo. Como máximo, una docena de casas estaban construidas con ladrillos, losas y teja en el techo. Ahora sólo hay 30 vecinos, durante la mayor parte del año, no así en verano. 
Misolino apunta que había 5 rebaños de ovejas en el pueblo y más de 300 cabezas de ganado vacuno, especialmente vacas de leche. Ahora no hay nada. Se vivía del ganado, las patatas y el trigo que se sembraba. El campo ahora está abandonado y no se recoge ni la hierba. De ello, damos fe, pues para poder acceder a la orilla del río Ponjos, hay que abrirse, en muchos casos, camino como en la selva.
Con añoranza, pese a las buenas comunicaciones actuales, “Solo” echa en falta las bajadas a León o Astorga, andando, “no había otro r
emedio, dice, había que bajar andando para vender patatas o el ganado”.
En lo que respecta a la pesca, Misolino, apunta como mal mayor del río, las minas de carbón y las escombreras que dejaron tras su explotación. Según él, las escorrentías de las escombreras hicieron posible que la mezcla de carbón y azufre se depositase en las piedras del río, matando toda la pesca. Al depositarse en las piedras del río, la comida de las truchas desaparecía y con ello toda la vida acuícola.
Los robles y los negrillos pueblan la zona y nos despiden cuando salimos de Valdesamario y decimos adiós a Misolino.
MEJORES ZONAS DE PESCA
Cuando ya está próximo a la localidad de Murias de Ponjos el río comienza

a remansarse debido a un pequeño embalse cerrado en la estrechez de una garganta rocosa. Aquí es donde este río cobra su máximo vigor de cara a los aficionados a la pesca. Es donde mejores ejemplares se pueden capturar, aunque no sin complicaciones. Después el río se cierra con mucha vegetación en las orillas, dificultando la pesca. Practicamente es impescable hasta Murias. Después, a tramos, el río se abre y permite el lance corto, especialmente en las tablas donde el río Valdesamario se aproxima a la carretera y circula pegado a ella durante unos metros.
Las últimas localidades, antes de ceder sus aguas al Omaña, son El Castro y Las Garandilla. Precisamente en este tramo de río, delimitado por ambas localidades, es donde los aficionados se suelen dar cita para pescar, y es que el Ponjos o Valdesamario ofrece, en esta zona sus mejores virtudes, con un curso más ancho, no mucho, y un puente, en la Garandilla, donde las truchas pueden ser observadas desde lo alto. También se aconseja pescar una vez pasada esta localidad y hasta que el río desemboca en el Omaña.
Para los pescadores más finos, aquellos que les gusta desafiar la naturaleza y tentar a las pintonas con poco caudal, poca anchura del cauce y peligro de ser vistos, desde Murias hasta Ponjos y Valdesamario, pueden disfrutar. Es, quizás la zona menos visitada por los aficionados, por las muchas dificultades que presenta.
Lo ideal es pescar a cucharilla, de un solo anzuelo, sin arponcillo, pro tratarse una río de pesca sin muerte. Se puede utilizar el mosquito ahogado, aunque se aconseja caña corta y máximo de tres moscas.
ACCESOS Y LÍMITES
El río Ponjos no pasa de los 13 kilómetros de longitud y se puede acceder a pescar en sus aguas, después de recorrer unos 44 kilómetros desde la capital leonesa. Se puede llegar cogiendo A-66, la autopista de pago que parte de La Virgen del Camino, hasta la salida de Rioseco de Tapia, para coger el desvío a Valdesamario. También se puede ir por la carretera C-623 de León a La Magdalena, si bien en Camposagrado hay que coger el desvío h

acía Rioseco de Tapia y de aquí, por la LE-460, hasta Valdesamario, Ponjos, o el lugar que se elija para pescar.
Al tratarse de un “Tramo Libre sin Muerte”, la pesca deberá realizarse con mosca artificial o cucharilla de un sólo anzuelo y sin el arponcillo o muerte.
PISCIFACTORÍA NATURAL

La gran mayoría de los aficionados a la pesca de la trucha no terminan de entender por qué todo el río ha sido acotado, como tramo sin muerte. La verdad es que, hasta que la Administración no tomó el acuerdo, el rio Ponjos o Valdesamario era esquilmado, temporada tras temporada, y siempre por unos pocos desalmados, sin escrúpulos, amparándose en la penumbra del la noche y rompiendo el equilibrio natural, así como la progresión de unas truchas que yo siempre he conocido como muy pequeñas, pero de lo más fino y con una librea única en

colorido.
La falta de vigilancia, entonces, no tanto ahora debido al SEPRONA, está haciendo que el río Valdesamario, poco a poco, vuelva ser la piscifactoría natural para engrandecer los ríos Omaña y Órbigo.
De todos es sabido que el río pequeño hace al grande y que en época de freza las truchas del Órbigo remontan el Omaña y de éste pasan al Ponjos o Valdesamario. Hete aquí la suma importancia de salvaguardar este río, truchero cien por cien, pero que estaba desangelado y sin vigilancia. La Administración deberá cuidar este entorno natural y conseguir que el río se convierta en piscifactoría natural, como lo fue hace un buen montón de años.