Eduardo G. Carmona con Manuel G. Fernández |
LOS GALLOS DE LEÓN y EL 400 ANIVERSARIO…
Recuerdos
de una retransmisión en directo desde el corral de MANUEL GÓMEZ FERNÁNDEZ, criador
de gallos de LA VECILLA (León)
2024
es el año de la conmemoración del 400 aniversario del MANUSCRITO DE ASTORGA (1624-2024)
Valga
este recuerdo del criador como homenaje al MANUSCRITO DE ASTORGA Y LOS GALLOS DE
LEÓN, en Pescarmona
Texto y fotos: Eduardo García Carmona
Manuel Blanco con Carmona
Me
comentaba un buen pescador, montador de moscas y criador de gallos para la
pesca, que lo fue, MANUEL BLANCO CRESPO, que por qué no escribía algo
sobre MANUEL GÓMEZ FERNANDEZ, el criador de
La Vecilla de Curueño, que dejó en manos de un familiar, su sobrino, Joaquín
Díez “Quino”, su corral cuando se nos fue para el “otro mundo” hace más de 30
años. Aquí estoy estimado para contar lo poco o mucho que lo disfruté en una
gran jornada de radio aunque, posteriormente, acudí a su domicilio muchas veces
más a comprar mazos de pluma.
EL DÍA QUE LE CONOCÍ
La
Vecilla, La Cándana, Sopeña, Campohermoso, Aviados... son pueblos de León, donde
el aire, agua y el subsuelo, comentan que tiene uranio, hacen posible que una
raza de gallos, con un plumaje único, se dedique a la confección de moscas para la pesca.
Uno
de los criadores insigne hasta finales del siglo pasado fue un hombre sencillo
y llano de La Vecilla de Curueño, pueblo donde vivió y se dedicó, entre otras
cosas, a la cría de una ave singular que lo significa todo para la pesca: EL GALLO DE
PLUMA DE LEÓN.
Recuerdo a MANUEL GÓMEZ FERNÁNDEZ, en su casa de doble planta, en una callejuela pasada la iglesia, junto a la carretera de La Vecilla, a un lado de la bifurcación hacia el otro valle, el del Porma.
Fue
el hijo de un compañero de Rne en León, Carlos Sanz, quien nos preparó el
terreno para realizar un reportaje sobre la cría de LOS GALLOS DE LEÓN. Carlos
Sanz, hijo, era el director de Caja León en La Vecilla y conocía de primera
mano “el paño”.
Le vendí el reportaje a nuestra emisora regional y prestos, con Carlos Sanz padre como técnico de sonido, acudimos hasta La Vecilla donde realizaríamos una conexión vía telefónica desde el propio corral.
Todo fueron facilidades. Había que subir al primer piso de la casona, por unas escaleras exteriores. Manuel Gómez, nos mostró su hogar adentrándonos en la cocina, dónde encima de una mesa circular con hule de los de antes, mostraba las cajas con los plumajes de los gallos, dedicados a la venta.
Manuel preparado para la pela
Mientras
el técnico tiraba cable para la conexión desde la propia casa de Manuel, a mí
tocaba dialogar con el criador en el propio corral donde el personaje me
mostraba todo lo que tenía, comentando los pormenores de “su obra” con muchos
años de trabajo.
Todo
aquello, tan rústico y en plena naturaleza, me parecía un sueño porque se
trataba de “hacer cantar a los gallos” para que toda Castilla y León escuchase “sus
conciertos de cacareo”. Una pasada.
Manuel Gómez cogiendo el gallo
ç
Mientras
me contaba pormenores de la cría y las razas de lo que estaba viendo, el sonido
llegaba a ser impresionante. Nunca creí que tanto cacareo me “podía volver medio
loco” pero, así fue al final del reportaje en directo. Los GALLOS DE PLUMA DE LEÓN se
oyeron por toda la Comunidad Autónoma y la retransmisión fue un éxito y tanto
el técnico como yo, fuimos felicitados por la dirección regional.
Aún recuerdo las manos rudas, con callos y durezas de “Don Manuel”. En lugar de criador de gallos, parecía agricultor y es que de todo realizaba aquel buen hombre en su corral porque también tenía huerta. Su rostro denotaba los rigores del clima. Tez y manos curtidas y semblante amable y simpático, con cara de bonachón.
Era un negocio “casero y familiar” donde casi doscientas gallinas y gallos de León corrían y comían en plena naturaleza por la pradería con el cobijo de unas casetas con techo de Uralita, donde se guardaban ante las inclemencias y las noches.
Los
gallos más fuertes eran “los jefes” del corral. Las gallinas estaban a su
servicio para todo. El más fuerte era el líder y pobre de aquel que se
atreviese a quitarle alguna gallina de su “selección”.
Me recordaba Don Manuel que muchas veces tenía que “poner paz en el gallinero” por las peleas, con desgracias de buenos ejemplares que, en lugar de esperar su momento, se atrevían a desafiar al jefe del gallinero antes de tiempo.
Me
mostraba las diferentes razas: pardos e indios. Eran muchos más los primeros y
tenía buenos ejemplares como se muestran en algunas de las fotos del reportaje.
Todo era rudimentario. Me decía que esperase a que cogiese un ejemplar para mostrármelo y así pelarlo, contando en directo para los oyentes de Rne los pormenores de la pela, mientras yo le preguntaba por los detalles de la pela y el sacrificio de la cría del gallo desde polluelo.
Una
pasada verle corriendo y arrinconando a un ejemplar para pelarlo. Don Manuel
estaba metido en años, no era un chaval precisamente, pero la agilidad denotaba
que estaba en forma.
Metía
al gallo entre las piernas, después de atarle las patas y, manos a la obra.
Una
pasada que nunca olvidaré. Sólo faltaban Juan de Bergara y Lorenzo García,
aunque su Manuscrito de Astorga y las 33 primeras moscas salieron a relucir en
la retransmisión.
Río Curueño
CORRAL JUNTO AL RÍO
La
belleza era paradisíaca. El lugar se encuentra enclavado entre montañas y el
río Curueño atraviesa buena parte de sus tierras. Aquí habita un ave cuyas
plumas se dedican a la confección de mosquitos para la pesca. Las variedades de
su plumaje hacen posible, gracias a la tonalidad, brillo y moteado, las
distintas clases de pluma que se utilizan para la confección de moscas y
mosquitos para la pesca de la trucha, nos contaba.
Gallo indio pelado
Comentaba
que, en La Cándana y Sopeña se criaban los mejores gallos de pluma india, con
sus diferentes características: indio plateado, acerado, avellanado, rubión,
palometa, negrisco, etc.
Los
gallos, aunque en cautividad, viven en pleno contacto con la naturaleza
recibiendo por parte de su cuidador todo tipo de atenciones para que su plumaje
sea de auténtica calidad. Así lo exige el mercado nacional e internacional.
¿Por
qué estos gallos sólo se dan en esta zona? Nadie da una explicación correcta,
al menos científicamente, pero lo cierto es que se ha intentado criar en otros
lares provinciales y nacionales e internacionales, pero siempre con resultado
negativo después de varias pelas porque terminan degenerando y pierden todas
sus cualidades.
Las gentes del lugar comentan que quizás sean los suelos de la zona -se dice que hay uranio-. Otros dicen que si el entorno natural, con frío y sol abundante, dependiendo de la estación del año. Otros, que si por el agua... ¡Quién lo sabe!
Lo
cierto es que los experimentos
realizados en otras zonas, son eso,
experimentos. Algo tienen estos pueblos de la montaña leonesa junto al río
Curueño, que hacen posible que estas aves se críen de forma única, dando fama a
León por la gran calidad de sus plumajes.
Pluma pardo flor escoba
TRES O CUATRO PELAS AL AÑO
Son
algunos los criadores que todavía existen en La Cándana, Campohermoso, Sopeña, La Vecilla e incluso en Boñar. Todos
coinciden que la cría de estos gallos no es negocio. Gracias a estos criadores,
León tiene una riqueza sin igual, aún. Falta unión entre los pocos criadores
que aún restan en la zona. No reciben subvenciones oficiales por la crianza de
pollos para la pesca. De recibirlas se convertirían en industria importante en
la zona, que daría trabajo a muchas personas.
Mantener un pollo hasta que se hace gallo, es caro. Ya desde pequeño necesita muchos cuidados y buen pienso. Cada uno come unos 15 gramos diarios. Cuando llega a mayor, sobre los 200 gramos. También hay que vacunarlos, me comentaba Don Manuel.
Lo
que da un gallo son tres pelas al año, aunque alguno llega a cuatro, pero no
toda la pluma que se extrae es de primera calidad.
Las
pelas de invierno son las peores. Con las heladas y el frío, el gallo echa
mucho plumón y da poca producción,
incluso la escasa pluma que se consigue vale poco dinero en el mercado.
LA RAZA DE LOS GALLOS
Los
gallos indios son mucho más delicados que los pardos. En el momento que se les
saca de La Cándana o Sopeña, degeneran. La pluma se pone sucia, pierde calidad,
brillantez y tersura.
Los
indios son gallos muy delicados. La raza es muy antigua y degenera mucho la
sangre, atacándoles todo tipo de
enfermedades: cocidiosis, leucosis, el mal de Mère, etc., enfermedades que
hasta hace poco no se conocían en la zona y que terminó con la vida de cientos
de gallos. Los estudios realizados hicieron posible atajar parte de los males.
Los
gallos pardos son más fuertes a las enfermedades, necesitando menos cuidados
por parte de los criadores. Es la raza que predomina en la zona, principalmente
en La Vecilla, Campohermoso y Aviados.
Gallo recién pelado
EL NEGOCIO DE LA PLUMA
Un
buen mazo de pluma fina, de calidad, llega a venderse por unos 10 €. A veces,
incluso más. En tienda alcanza los 15 €
y si es para exportación aún más. Existen
mazos de pluma de menor calidad cuyo precio es inferior.
El
mazo está compuesto por 12 plumas. La mejor pluma es la del riñón del gallo.
La pluma prácticamente se vende en su totalidad a los montadores de mosquitos de la provincia y también, sale de León con destino a otras provincias: Asturias, Cataluña, País Vasco, etc., y todavía en menor escala se exporta al extranjero: Francia, Italia, Inglaterra, USA.
CARTEL AEMS actos anoversario
En
época de pesca, son varios los pescadores españoles y extranjeros,
especialmente franceses e italianos que, además de pescar en nuestros, compran
la pluma a algunos criadores de localidades ribereñas del Curueño e incluso en
Boñar donde, junto al río Porma desde hace unos años, existe una explotación
que está ganando muchos enteros.
Antiguamente,
antes y después del Manuscrito de Astorga (1624), se hablaba de los gallos de
Boñar y, a la vez de los gallos del Curueño. Gallos del Curueño, sí pero,
Gallos de Boñar, también. Ese es “otro cantar” en el que ahondaremos en otra
ocasión. Personalmente, “lo mismo me da, que me da lo mismo”, lo importante es
que los gallos y el Manuscrito de Astorga son de León y esperemos que nunca se
pierdan, como ocurrió con el Manuscrito.